Parásitos externos, que fundamentalmente incluyen pulgas, garrapatas, ácaros y mosquitos. Deben tratarse no solo por la molestia que ocasionan, sino también porque sirven de vehículo para otros parásitos de menor tamaño, bacterias o virus, que pueden ocasionar graves enfermedades a animales y humanos.
Así, las pulgas, pueden producir dermatitis alérgica en nuestra mascota pero también pueden actuar como transmisores de mycoplasmas o bartonella para el hombre.
Las garrapatas al alimentarse de la sangre de nuestra mascota (o la nuestra) pueden transmitir babesia, ehrlichia o borrelia, que pueden llegar a resultar mortales. Y, finalmente, los mosquitos, que sirven de vector para graves enfermedades como son la Leishmaniosis y la Dirofilariosis (gusano del corazón).
Parásitos internos: Diferenciamos entre nematodos (gusanos redondos) como tichuris vulpis o toxocara canis y catis que en el humano producen el síndrome de la larva migrans visceral, tenias (gusanos planos) como Echinococcus granulosus que transmiten el conocido quiste hidatídico a los humanos y protozoos como Toxoplasma o Giardia.
Para el control de los parásitos internos se aconseja como mínimo la desparasitación cada 3 meses de tu mascota, tenga o no acceso al exterior, aunque depende del producto utilizado, del entorno donde viva el animal y del estado de salud del propietario se puede aconsejar realizarla mas frecuentemente.
Para desparasitar externamente a tu mascota tu veterinario te aconsejará que productos utilizar en función de los hábitos de tu mascota, zona geográfica, época del año etc.